Ser mujer implica una serie de sucesos biológicos que son exclusivos de su sexo, como son la menarquia, el embarazo y la menopausia. Los mismos, deberán ser tenidos en cuenta, considerando todas las repercusiones que conllevan a nivel psico-biológico, si fuese posible operar con estructuras a largo plazo respecto a la planificación y programación del entrenamiento.
Las evidentes diferencias a nivel operativo entre programas de rendimiento deportivo y programas de acondicionamiento físico saludable ya han sido comentadas en otras ocasiones (Heredia et al., 2011), así como las distintas estructuras de la planificación, programación y periodización del entrenamiento.
Cuando se plantean modificaciones en estas estructuras operativas a la hora de diseñar programas de entrenamiento en la mujer, fundamentalmente se hace mención al posible e hipotético impacto que su ciclo menstrual tiene sobre él.
Sin embargo, en este caso únicamente estaríamos pensando en mujeres en edad fértil, obviando a la mujer que todavía no ha pasado la menarquía o aquella que ya es menopáusica. De esta manera hemos de considerar la edad cronológica y realidad biológica que envuelve la misma a la hora de abordar la intervención mediante ejercicio. Esta realidad debe contemplarse, desde una perspectiva operativa, en la fase de planificación mediante la información obtenida en la variable de datos personales donde se refleje el sexo y la edad y que permitirán en el algoritmo situar al cliente en el nivel y punto de partida adecuado en la fase de programación, periodización y prescripción (Heredia et al., 2015) a este respecto, debemos estar atentos a las posibilidades que nos brindará la tecnología para la planificación del entrenamiento mediante sistemas informatizados.
Articulo extraído del Blog de ICEFFS http://iicefs.org/es/